Aunque los bandoleros se conozcan más en el mundo por películas de western americano, también fueron protagonistas de numerosas y suculentas historias que ocurrieron en territorio español, y castellonense.
Llamados bandoleros, bandidos, forajidos -o “roders” en valenciano-, su accionar convirtió a algunos de ellos en verdaderas leyendas. El cine se ha encargado de inmortalizar y masificar los sucesos en torno a los más célebres. Otros tantos aún llegan hasta nuestros días a través de libros de historia, relatos orales y cuentos.
En distintos escenarios de la geografía española, principalmente en zonas de Andalucía, Toledo, Cataluña y Galicia, pero también en territorio valenciano; era común que grupos de forajidos asaltaran a los viajeros, sorprendiéndolos luego de ocultarse en barrancos y desfiladeros.
Los forajidos en Castellón

En la Gobernación de la Plana, las poblaciones más atacadas fueron, Nules, Burriana, Vila-real, Castellón de la Plana, Almassora, Vinarós y Peñíscola. Los delincuentes cometían robos, contrabandos, secuestros, extorsiones y asesinatos, siendo las personas más ricas su principal blanco. Sus botines abarcaban dinero, joyas, animales de carga, lana, seda e incluso reservas de comida.
Entre los más conocidos se cuenta Francesc Salvador que junto a una decena de hombres asaltaban a los viajeros por los caminos de Castellón, Burriana, Villareal y Cabanes, a comienzos de siglo XVII.
También operaba en la zona una banda de delincuentes que procedía de la localidad de Onda. Si bien el área de la costa era la que padecía ataques con más frecuencia; en el interior, diferentes pueblos del Maestrazgo se veían azotados por el accionar de los bandoleros por aquellos años. Algunos grupos de bandidos catalanes sembraban el miedo entre los residentes de Rosell, Catí o Morella.
Cómo actuaban
Los bandoleros en general conocían muy bien los terrenos en los que actuaban, y lo hacían con estrategia y astucia. Prueba de ello es que para ocultar su identidad se cubrían con varias prendas e incluso utilizaban disfraces. Estas maniobras sumadas a su pericia y el factor sorpresa de sus ataques, los volvían muy esquivos.
Muchos de los numerosos y frecuentes sucesos acaecidos en dicha época, y sus autores, quedaron en la memoria popular, llegando hasta nuestros días. Tales como el ocurrido en 1874 por la Companyia de Segrestadors de la Marina, con Josep de la Tona de Pedreguer al frente, que perpetuó un asalto a una Iglesia del pequeño poblado de Benimassot –Alicante- en plena misa, reteniendo a la mayoría de los asistentes, mientras trasladaban a sus casas a los más adinerados para robarles.

«Bandoleros», óleo sobre lienzo del artista Eugenios Lucas Velázquez. Museo del Prado.
Perseguiendo a los bandidos
Los crímenes y la delincuencia se extendieron avanzado el siglo XVIII, -tras la guerra de Sucesión-, lo cual generó mucho malestar e inquietud entre la población. Los constantes ataques y la inseguridad ciudadana motivaron la formación de grupos para perseguir a los malhechores. En el Maestrazgo, donde por ese entonces operaban distintas bandas, como la de los benicarlandos Gaspar Niñerola, Lluc Roig y Toni Elies, se creó una de las compañías de fusileros de la región para perseguir a los bandidos.
También a lo largo del territorio valenciano, el fenómeno generó la aparición de diversas órdenes públicas destinadas a intentar frenar los hechos delictivos, tales como la del coronel y gobernador político y militar de Castellón Nicolás del Río, en el año 1769, que figura a continuación y que nos retrata e ilustra la realidad de la época:
“Ninguna persona sola o acompañada se pare de plantón embozado de noche en las esquinas, calles y puertas de las casas, poyos y bancos, causando miedo, recelo y cuidado a los que transitan, y a los que ocasionen quimeras y desazones, bajo pena de cárcel, así como pena de 200 ducados a nobles y 5 años de galeras y 100 azotes al resto de las personas por los juegos prohibidos, que no se puedan llevar armas de fuego y blancas, que no se ande en cuadrillas, que se entiende de tres arriba, alborotando por las calles, sobre blasfemias, hombres vagabundos, desertores, mujeres escandalosas.”
En tanto el fenómeno se extendía y causaba temor entre la población, cada vez aparecían nuevas agrupaciones y estrategias en aras de combatir el crimen. Se creó un Consejo de Guerra en Valencia a fin de juzgar a los criminales, y finalmente, la Guardia Civil, en el año 1844.
De villanos a héroes. Los bandoleros queridos por el pueblo

Aunque la mayoría de los bandoleros eran delincuentes cuyo accionar obedecía a intereses propios, hubo algunos que se ganaron la estima del pueblo, siendo recordados como héroes y no como villanos. Tal es el caso de José Martorell Llorca, quien, al mejor estilo Robin Hood, compartía entre los pobres los botines obtenidos tras asaltar a gente rica. Conocido como Pinet, frecuentaba principalmente las comarcas del sur valenciano.
Su modus operandi, además de generarle simpatías, le valían el cobijo de la población menos pudiente, que lo ayudaba a esconderse y evadir la ley. Nunca fue capturado, pero se entregó a las autoridades voluntariamente, víctima de la falsa promesa de un gobernador alicantino, quien le aseguró su perdón pero finalmente lo traicionó. Fue condenado a cadena perpetua.
Finales violentos
Gran parte de los bandoleros tuvieron un final violento, muertos en la misma escena del crimen, intentando huir, o bien ajusticiados tras recibir condena por sus actos. Sus historias, atraen la curiosidad de numerosas personas. Aunque muchos datos se fueron perdiendo con el paso del tiempo, quedan interesantes testimonios que retratan la curiosa época.

Libros, investigaciones, documentación oficial y otros materiales dan prueba de estos hechos y personajes. Entre las fuentes a consultar para ampliar información de este fenómeno en la comunidad valenciana están los libros de bandoleros escritos por Manel Arcos, o la tesis doctoral Bandidos y bandolerismo en la Valencia del siglo XVII, de Sergio Urzainqui Sánchez –disponible en el repositorio de la Universidad de Valencia-.

Delincuentes, en algunos casos devenidos en héroes, los bandoleros o roders, constituyen otro capítulo de la historia de estas tierras; entre lo legendario, lo histórico y lo romántico.
Muy interesante e instructivo. Mucha información y datos. Adelante Pasaje Cultural!
Muchas gracias por el comentario! Seguiremos trabajando para ofrecer más contenidos!
Me gusta ,excelente narracion por el cual ,nos enteramos que existieron estos personajes que ocuparon parte dela historia de Castellon. Bien por Pasaje Cultural.
Muy bueno!! felicitaciones, a seguir produciendo!!
Muchas gracias por tu comentario Juan! Sin duda anima a seguir escribiendo!