En pleno corazón de Castellón se sitúa la calle Ecce Homo, que tiene la singularidad de ser la más estrecha de la ciudad. En este pasadizo, cuyo ancho máximo apenas alcanza 1,9 metros, ocurrió un hecho siniestro que marcó para siempre su historia, y convulsionó la vida de quienes habitaban Castellón en el siglo XVII.
Cada ciudad y cada pueblo tienen su propio y peculiar trazado de calles. Algunas veces diseñados cuidadosamente y otras producto de la improvisación, forman esa red que permite a la gente circular. Pero son bastante más que el medio para ir de un sitio a otro. Testigos de múltiples sucesos cotidianos, encuentros, llegadas, partidas, juegos de niños, pasos con prisas, y paseos sosegados; las calles están repletas de historias, cargadas de sentido y emociones provenientes tanto de los habitantes que residen a sus márgenes como de sus efímeros visitantes.
Castellón de la Plana, ciudad con múltiples recovecos por descubrir, -o re-descubrir-, tiene numerosas calles para transitar sin prisa, como aquellas circundadas por fachadas modernistas dignas de contemplar. Todas con mucha historia, con muchas historias, pero de una sola en particular hablaremos aquí.

La calle Ecce Homo es la más estrecha de la ciudad. Formando una L, conecta la calle Mayor con la calle del arcipreste Balaguer, que constituye el paso lateral de la Concatedral Santa María La Mayor. Este pasadizo estrecho, que no llega siquiera a los 2 metros de ancho, alberga una trágica historia que marcó la vida de los castellonenses en el siglo XVII.
El macabro crimen
Corría el año 1672, cuando el sacerdote Vicent Tort, que había sido designado a cargo de la Iglesia Mayor, fue asesinado en este callejón, a escasos metros del templo donde oficiaba las misas. El hecho causó gran conmoción, alborotando a los habitantes de la ciudad. Pronto se iniciaron las pertinentes investigaciones para dar caza al autor del horrendo crimen, perpetrado mediante el disparo de un trabuco. Las autoridades eclesiásticas también decidieron tomar cartas en el asunto de inmediato. Fue así como el Obispo de Tortosa, Josep de Fageda, emitió un entredicho que prohibía entrar a iglesias y ermitas de Castellón y recibir los oficios religiosos y sacramentos, a todas las personas con excepción de aquellos que estuvieran en posesión de un documento denominado ‘bula’. Dicho documento concedía a sus portadores determinadas gracias y privilegios. Como la mayoría de la población no poseía bula, el malestar fue significativo y aumentaba con el paso de los días.
Mientras las investigaciones del homicidio proseguían sin dar resultados, la exigencia de bula ampliaba el descontento de la población, dada la centralidad que ocupaba la religión en la vida de los pobladores. Pero la presión e insistencia del jurado –funcionarios judiciales y representantes de los vecinos- y la creciente desazón del pueblo, ejercieron presión para que el Obispo levantara la impopular medida, casi medio año después de su instauración. En la Edad Media, período en que se sitúan los hechos, la religión tenía una gran influencia en las sociedades. Las censuras eclesiásticas, que ejercían de castigo, ocurrían a menudo.

A raíz del trágico suceso, se instalaron de modo permanente imágenes de Jesús y la Virgen Dolorosa en el ángulo que forma la L de la callecita. Pero ese no fue el único cambio. El acontecimiento también motivó la modificación del nombre de la vía, que pasó de ser “carreró del pes de farina” a llamarse “Ecce Homo”, tal como se la conoce actualmente. Significa “este es el hombre”, o “he aquí el hombre”, haciendo alusión a una expresión bíblica utilizada por Poncio Pilato, gobernador romano, al presentar a Jesucristo ante el pueblo luego de ser azotado -el texto se recoge en el Evangelio de San Juan-.
Su anterior denominación, “carreronet o carreró del pes de farina”, -o pesado de la harina-, se debía a que allí se pesaba de forma oficial la harina para evitar errores y fraudes entre quienes comerciaban o hacían trueque.

¿Se descubrió al asesino?
Más allá de los efectos que causó en la sociedad el asesinato de este ministro de la iglesia, ¿se resolvió finalmente aquel crimen? Con el paso de los años fueron apareciendo diversas teorías y rumores, algunos de los cuales pasaron a formar parte del imaginario popular. Pero la respuesta es que oficialmente el caso nunca se esclareció. Probablemente la hipótesis más difundida, aunque jamás probada, situaba como autor del asesinato a un marido celoso.
El presunto asesino, era un vecino de la ciudad que desconfiaba de la relación cercana que tenía su esposa con el sacerdote. De acuerdo al relato popular los hechos ocurrieron sobre la medianoche, cuando el cura fue sorprendido por el marido celoso, saliendo de la casa donde residía la pareja. Situada sobre la calle Mayor, el hogar del matrimonio, tenía una puerta trasera que daba a la callecita Ecce Homo. Desde allí habría salido el sacerdote y por ello fue allí donde se perpetuó el crimen. Un crimen que marcó una época.
A día de hoy la callecita Ecce Homo pasa desapercibida para muchos transeúntes que atraviesan el centro castellonense, ignorando los misterios que esconde. Seguramente al igual que este callejón estrecho, tantas otras calles de pueblos y ciudades, tras siglos de estar habitadas y transitadas, albergan innumerables historias y secretos que, escondidos en su trazado, esperan ser descubiertos…
Muy buen texto. Pienso que muchas veces en el cotidiano, olvidamos redescubrir con una mirada más profunda, el contexto, que por lo general, (y a causa de la rutina) pasa casi invisible ante nuestros ojos.
Muy buena narracion de algo muy importante. Adelante con mas notas. Felicitaciones.
Muy buena narracion de algo muy interesante.Adelante con mas notas felicitaciones.
Muchas gracias Raúl por pasarte y por tu comentario.